La complejidad que nos está planteando el Siglo XXI requiere que las empresas entrenen de manera análoga a los equipos profesionales del mundo del deporte.
No obstante, los hábitos del “zafar” - y hacer con el menor esfuerzo posible – se están adueñando de algunas culturas organizacionales al punto que, muchas veces, nos encontramos asistiendo a magníficas escenas montadas de la transformación predicada por sobre el involucramiento genuino que el alto desempeño requiere de los actores que aspiran a llegar a buen puerto con los desafíos que se ha planteado.
Si bien los costos de este accionar todavía no figuran en los balances, observamos señales progresivas que impactan no solo en lo económico sino en otras dimensiones que hacen a “lo humano” – en términos de desmotivaciones y falta de conexión entre los valores personales y organizacionales, entre otras – que fijan techos de productividad del porte de una losa de hormigón armado…
Y así, de pronto, nuestro aporte como coaches se encontró mutando hacia una colaboración para la desactivación de estos campos minados de actitudes tóxicas instaladas por años de sostener sucesivas coreografías que hoy ponen a riesgo la sustentabilidad de los distintos proyectos y a algunas organizaciones en su totalidad. Nos dimos cuenta que recién después del movimiento mencionado, podremos hacer la contribución para el alineamiento en torno a resultados extraordinarios que nosotros creíamos constituía nuestro servicio principal. Primero lo primero.
¿Cómo te estás tomando el entrenamiento que te cabe en estos tiempos?
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